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jueves, 1 de diciembre de 2011

CARACOLI DEL CESAR

Posted by Diógenes Armando Pino Ávila 5:13, under | No comments
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Por: Javier Naranjo, escritor y promotor de lectura

Cuando un grupo hace de su reunión de trabajo una conversación sobre libros, creo que algo de entrada está bien. Cuando vas en un bus rumbo a unos talleres de las rondas, y en la banca de atrás alguien a quien aún no conocés está hablando con otro alguien sobre autores, creo que algo está bien. Cuando en las conversaciones con los niños te hablan de libros y de sus escritos y brillan sus miradas, creo que algo está bien. Y esto y muchas cosas más he percibido en las cuatro rondas a las que fui invitado. Voy a contarlo aquí atendiendo más a la percepción desde mi experiencia. No soy de cifras, cuadros estadísticos, tortas (otros son versados en esto). Qué saludable que en el mundo haya expertos de todo. ¡Maravillas de la diversidad que confortan! Trataré de dar una mirada desde las sensaciones, las conversaciones, las evidencias y las reflexiones puestas en común.

Estuve en Aguachica, La Jagua de Ibirico, Valledupar y Caracolicito. Nombres sonoros de los centros de nodo donde recibimos chicos de todos los municipios del departamento. Pueblos cálidos en todo sentido. No encuentro otra palabra más precisa para describir su clima, su gente expresiva, amorosa y hospitalaria, la risa franca de los niños, los colores de los días, las tonalidades de los Crotos en los jardines, la exuberancia de algunas formas en contraste con la arquitectura de las casas sencillas, casi austeras donde se privilegia la utilidad sobre el artificio. No voy a ampliar particularidades de cada ronda respecto a procesos de lectura, escritura, relaciones con las bibliotecas y con los préstamos que hacen en ellas de libros para llevar a casa. Voy a hablar en general, sin decir lo que conviene, esas frases que uno cree que espera oír el anfitrión. Por total respeto a lo observado, la sinceridad antes que nada para contar lo vivido.

Sé que la historia de los procesos de lectura en el Cesar no es de ahora, la siembra de todo lo que está sucediendo se inició hace mucho con el señor Carlos Guevara y su bibliobús, y cuando algunos de los promotores de hoy eran sólo unos pelaitos. Los talleres como tal sí llevan apenas tres años, y ya se notan unos excelentes resultados. Me acompañan razones: los niños están leyendo, hay pasión cuando mencionan libros, participan con viveza en las conversaciones sobre textos preferidos, recomiendan sin ambages. Hay que ver su seguridad cuando sugieren qué leer y porqué. El listado de libros que hacen es extenso, y es claro que en muchos casos no es una tarea, no es una lista arbitraria dictada por alguien para “quedar bien”. Escriben con gusto, con soltura y en muchos de ellos ya se advierte la influencia de lo que logran los libros en el pensamiento, en sus destrezas, en sus competencias comunicativas (como dicen ahora). Hay otras palabras, otras dimensiones que alcanza su lenguaje, sintaxis afortunadas. Giros, tropos, elaboraciones felices. Pero más allá de un listado amplio de libros (la mayoría de calidad) que hay en sus bibliotecas, más allá de los textos que evidencian potencia en el lenguaje, poesía, lo que se advierte sobre todo cuando se les lee a los niños, cuando se conversa con ellos sobre lo leído, sobre sus textos y sus sugerencias, es su atención. Su atención curiosa, inquisitiva que demuestra respeto por la palabra escrita, por sus virtudes y su poder. Sus ojos asombrados y ensoñadores, que los llevan contra todas las circunstancias adversas: calor, hambre, problemas familiares, violencia, a territorios donde todos somos libres. Donde podemos transformar el metal burdo de nuestras dudas, miedos, dolores, en oro para vivir mejor los días. No es precisamente evasión, es transmutación mediante la alquimia de las palabras y del afecto desde donde se brindan. Porque es justo aquí,reconocer la mística, la calidad humana que tienen muchos de los bibliotecarios y promotores de lectura que laboran en los municipios. Se advierte en la mayoría de ellos su amor por lo que hacen. Saben que sólo así se puede llegar a las personas. No creo tanto en la fuerza de los argumentos, si no hay ejemplo y entrega amorosa al quehacer, para así poder tocar los espíritus, y decirles que leer nos cambia, nos da otras coordenadas, enriquece el mundo que vivimos, nos ayuda a entendernos y a entender a los otros. Posibilita otras miradas.

Es cierto que no todos los niños están cercanos a la lectura, ni todos los bibliotecarios y promotores, y muchos padres de familia tampoco. Esta situación es normal, y lo que muestra es que el trabajo continúa. La lectura no tiene que ser una cruzada, hay muchos que no leen a quienes podemos llamar maestros de la vida.

Finalmente quiero expresar mi profundo agradecimiento a Mónica Morón, a su grupo de trabajo, a los promotores y bibliotecarios, por hacerme partícipe en esa aventura que merece crecer, ser un ejemplo de formación de lectores en el país. Ese camino de palabras por tierras de sabios juglares, que tiene un nombre sonoro: CARACOLÍ DEL CESAR.
Fotografías: Benjamín Casadiego ©2011

Publicado por La Red Departamental de Bibliotecas del Cesar

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