Por Juan Manuel Parada
BBasta detener la mirada en la
evolución del libro para descubrir que sus puntos álgidos están más ligados a
las innovaciones tecnológicas que le han permitido mejorar su calidad material
y agilizar su producción, que al talento creador de autores y autoras. Esto se
debe a que su poder de influencia radica en la capacidad de alcance y
penetración, es decir, en el acceso, y no, como se suele pensar, a la calidad
de su contenido.
Desde los primeros esbozos de
escritura en piedra, arcilla, madera, y hasta la invención del papiro, el libro
no tuvo una influencia revolucionaria sino hasta la invención del códice, es
decir, de ese documento escrito a mano, parecido al libro moderno: con páginas
separadas, y no continuas como el rollo o papiro, unidas por una costura y
encuadernado. La razón, producirlo era más fácil y permitía mayor difusión. Por
lo general, su reproducción estaba a cargo de copistas religiosos, quienes
propagaban sus creencias por esta vía y que a la vez servían de monitores para
decidir qué se difundía y qué se iba a la papelera. A partir de allí, los
políticos, que seguramente observaron el enorme poder de disuasión que tenían
estosobjetos, pasaron a involucrarse activamente en la conservación, producción
y difusión de libros y bibliotecas, y al igual que los líderes eclesiásticos,
reprodujeron lo que les era favorable. Estas prácticas llevaron a la
destrucción de innumerables documentos antiguos que nos hubieran permitido
entender con mayor profundidad épocas aún oscuras de nuestra historia.
Cuando Gutemberg inventó la
imprenta hacia 1440, se dinamizó como nunca la actividad del libro; a partir de
allí comenzó a masificarse y con ello a comercializarse, abriéndole paso a una
de las industrias más poderosas del mundo; que por cierto está en manos de
transnacionales conscientes de que además del saldo económico, está el saldo político,
y éste, en todas sus formas, trae de la mano más poder. Hoy día, el papel de
censura que ostentaran la iglesia y los gobernantes, está en manos de
empresarios que deciden posicionar a tal autor o a tal otro, siempre en función
de sus intereses.
Tan influyente ha sido el libro
en la evolución de las sociedades, que los acontecimientos importantes de la
historia, en la mayoría de los casos, han germinado de él; la revolución
francesa, por ejemplo, inspirada en enciclopedistas como Voltaire o Montesquieu;
el ideario de Simón Rodríguez, motivado por las lecturas de Rosseau; el
Cristianismo, por La Biblia; el Islamismo, por El Corán; el movimiento Nazi,
por Mi lucha, de Hittler; los movimientos comunistas, por El Capital; y así una
lista interminable. No es casual que el imperio norteamericano haya bombardeado
la biblioteca de Bagdad, patrimonio universal y centro moral de los iraquíes.
Así como tampoco fueron inocentes los mecanismos sistemáticos de destrucción de
códices y otros documentos perpetrados por la corona española y la iglesia para
borrar la memoria Azteca, Inca y Maya; quienes por cierto contaban con
avanzados sistemas pictóricos y pictográficos a través de los cuales
preservaban su imaginario, en un papel incluso mejor elaborado que el papiro
egipcio.
Ahora, con la llegada de la
Internet el libro vive su momento más revolucionario, ya que no solo goza de la
aceptación tradicional, sino que se nos presenta en formatos más accesibles y
económicos como el PDF (Formato de Documento Portátl) y el e-book (libro
electrónico), que ya son un paradigma para gran parte de la población mundial e
incluso, según estudios recientes, han incentivado la propagación del formato
original. Por otra parte, gracias a las tecnologías de la información y la
comunicación, empresas como Google se han dado a la tarea de digitalizar todos
los libros creados por el talento humano; lo que garantiza mayor acceso y
resguardo.
Pero no nos detengamos en una
mirada feliz sobre este fenómeno social. Habría que preguntarse qué se está
leyendo en el mundo. Llama la atención, por ejemplo, que en la última década
libros como El señor de los anillos, Harry Potter y El Alquimista figuren en la
lista de los cien más vendidos en la historia, incluso por encima de Cien años
de soledad, Guerra y Paz y Don Quijote de la Mancha. Sin duda, la mano
invisible del mercado mueve los hilos de esta dinámica netamente comercial,
diseñando planes de mercadeo y haciendo uso de poderosos canales de
distribución que benefician algunos libros por sobre otros, o dicho con más
precisión, un sistema sobre otro. No nos engañemos; quizá en el mundo se está
leyendo como nunca, pero una lectura para la deformación de los valores
humanos, sostenida por el consumo obediente y obsesivo, que se traduce en cajas
registradoras sonando a favor del capital.
Recordemos que el lenguaje
escrito es el vehículo por el cual se comunican escritores y lectores, y su
canal natural es el libro; por lo tanto, sin esta comunión no habría
literatura, y sin literatura sería imposible la evolución del pensamiento y el
saber tal como hoy lo conocemos. Ahora bien, asumimos que en la actualidad hay
millones de lectores y billones de libros, pero ¿qué saber se está gestando?
¿qué información se difunde? El desafío está en asumir el poder de influencia
de este dispositivo para colocar en el pensamiento colectivo ideas de
vanguardia, goce estético, historia verdadera, la posibilidad de imaginar, el
debate, el sentido real de la existencia, o mejor aún, la capacidad de
dilucidar la verdad en un mundo enmarañado por la mentira y la estafa.
Venezuela, como nación abierta al
libre mercado, no escapa a los fenómenos editoriales de masas, pero contrario
al oficialismo estéril que imperó durante siglos, éste, el Gobierno
Bolivariano, toma conciencia de su rol como Estado Docente y para ello, hace
del libro una bandera ondeante. En lugar de quemarlos y prohibirlos, los
masifica y promueve; reivindica a nuestros clásicos y alienta a los jóvenes.
Despliega librerías populares por el territorio nacional; promueve concursos,
planes de lectura y centros de estudios. Organiza ferias, festivales y
encuentros. El buen libro es el núcleo en torno al cual giran el hombre y la
mujer revolucionarios, en él se afianzan nuestras convicciones, y a través de
él se propagan. El fruto más jugoso de estas acciones se nota a mediano y largo
plazo, por lo pronto, suele pasar desapercibido. Pero estamos conscientes de
que la lucha por una sociedad justa, por la felicidad y el buen vivir, no se
ganará con balas y bombas, sino con la formación del hombre y la mujer nueva, y
para ello, es necesario empuñar el libro como el arma más poderosa de
construcción masiva.
Texto leído en la FILVEN 2011,
Caracas, Venezuela.
Juan Manuel Parada. Escritor,
Editor y Creativo Publicitario. Nacido en 1980, publicó su primer libro de
relatos en 2006, titulado: Quemando a Venezuela, ganador del Certamen Mayor de
las Artes y las Letras 2004. Su libro de cuentos Sequía está en proceso de
edición. Colabora en diversas publicaciones impresas y dirigió la revista de
arte YO ediciones. Ahora es diseñador en el Sistema Nacional de Imprentas,
capítulo Lara, y desde allí impulsa la actividad editorial de la región. Como
publicista posee una dilatada trayectoria en la creatividad y la gerencia; ha
sido conferencista en importantes universidades de su ciudad. Entre 2007-08,
cursó estudios en Madrid de Narrativa breve, Periodismo Cultural y Guión
Cinematográfico. Actualmente es Coordinador General de la Escuela Literaria del
Sur.
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