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viernes, 6 de mayo de 2011

Cómo me vinculé al Caracolí

Posted by Diógenes Armando Pino Ávila 12:01, under | No comments
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En el año 2009, fui invitado por Ciro Mier  para que leyera unos cuentos en la biblioteca municipal de Tamalameque. Leí dos cuentos ante una veintena de niños ansiosos que escucharon con interés la narración que hice.  Dos semanas después Luis Eugenio me invitó a la biblioteca de Pailitas y ahí narré dos cuentos. 


 Esta experiencia en las dos bibliotecas me llamó poderosamente la atención, pues al terminar la narración los niños desplegaron una actividad de creación donde construyeron sus propios textos sobre historias similares. Pude notar de inmediato el potencial creativo de estos chicos que aparentemente sacrificaban la levantada tarde de los sábados, para asistir a la biblioteca. 


Me di cuenta inmediatamente que para ellos no era un sacrificio sino un placer, pues gozaban hasta más no poder el acto de la creación al acariciar la palabra. Eran niños que reían, que gozaban, que juagaban a ser dioses dando vida a su fantasía creadora, eran niños arquitectos que construían mundos imaginarios, mundos posibles y deseables que les cobijara y protegiera contra la violencia cotidiana que se enseñoreaba en la región. 


A comienzos  del 2010, recibí una llamada de Carlos Guevara, me preguntaba  si me gustaría vincularme a los talleres de creación literaria del Cesar. Emocionado le contesté que sí. Me vino a la mente la felicidad de los niños de Tamalameque y  Pailitas. No podía privarme de una experiencia de este tipo. Viajé a Valledupar donde conocí a Mónica Morón, una sicóloga de voz suave y hablar pausado, enamorada del arte. Ella regenta la Corporación Biblioteca Departamental Rafael Carrillo Luquez. Me describió el programa y al final me preguntó que si quería vincularme. Le contesté que sí y desde entonces hago parte del Caracolí del Cesar. Fui contratado  como Coordinador del Nodo Centro, por tanto tenía que visitar y coordinar los talleres de La Jagua, Chiriguaná, San Roque, Curumaní, Pailitas, Pelaya y Tamalameque.  


El grupo de municipios del Nodo Centro lo podemos dividir en dos grupos con características culturales y sociológicas bien definidas: El grupo “cachaco” conformado por Curumaní, Pailitas y Pelaya, son asentamientos humanos  de historia reciente que tuvieron origen a partir de la violencia política colombiana de los años 40s y 50s, sus población inicial fueron desplazados de las poblaciones santandereanas: El Carmen, Convención, Gramalote, Salazar de Las Palmas, etc. El origen mayoritario de sus pobladores marcó la tendencia política del nuevo pueblo. Curumaní conservador, Pelaya y Pailitas Liberal.  El segundo o grupo “costeño” lo conforman La Jagua, Chiriguaná, San Roque y Tamalameque, son pueblos antiguos, Tamalameque y Chiriguaná fundados en la colonia, La Jagua y San Roque más recientes, fundados por nativos de Chiriguaná y emigrantes de orillas de La Zapatosa y el río Grande de La Magdalena. 


Enterado de mis deberes inicié labores en un trabajo que no es trabajo sino placer. Encontré que los coordinadores locales de los talleres en los sitios que me correspondió coordinar, eran privilegiados que gozaban haciendo su labor. Creo que gozaban más que los niños, pues son personas espléndidas, llenas de un inmenso amor por los chicos. Son personas con un carisma inigualable y una alegría que solo los niños y quienes disfrutan la vida sienten. 


Estar con ellos me hizo recordar una frase de Samuel Langhorne Clemens, conocido con el seudónimo de Mark Twain. Él se preguntaba palabras más o palabras menos: «¿Por qué fabricar rosas de papel es un trabajo, mientras que escalar el Éverest es un deporte?»

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