Este blog es una iniciativa de tipo personal y un compromiso con la lectura y su promoción. Los textos que hacen parte de las entradas del blog no comprometen a institución alguna y son responsabilidad exclusiva de su administrador.

lunes, 4 de julio de 2011

El árbol de los lectores.

Posted by Diógenes Armando Pino Ávila 9:34, under , | No comments
imprimir página

Miro el reloj son las nueve am de esta mañana soleada de sábado, el sol brilla alegremente en ese cielo azul. —¡Hoy no llueve, gracias a Dios! —Me detengo ante la puerta entre abierta de la biblioteca. Escucho al fondo del salón, murmullos apagados. Susurros que hacen los niños. Preocupado entro a la estancia y observo al grupo de niños observando una imagen pintada en una cartulina que cuelga en una pared lateral.

—¿Un árbol en la biblioteca? —exclama uno de los chicos.
—Está triste —comenta un pequeñín— algo le pasa.

—Está llorando —dice otro de los niños— se ve muy triste.

Me acerco con cuidado y veo lo que ellos miran, es una cartulina amarilla que cuelga de la pared, en ella hay dibujado un árbol triste, sin hojas. No comprendo el mensaje. Paseo la vista alrededor buscando a la bibliotecaria y la veo sentada en su escritorio leyendo unas hojas impresas. Ella levanta la cabeza y mira de reojo a los chicos. Alcanzo a percibir una sonrisa en su rostro. Inclina la cabeza y sigue leyendo, o aparenta leer, pues la sonrisa y las miradas de reojo a los niños demuestran que está atenta a lo que pasa en el salón de la biblioteca.

Siguen entrando niños a la biblioteca y se reúnen al frente del dibujo, la opinión generalizada es que el árbol está triste, pero no saben el porqué. Una niña de aproximadamente diez años cae en la cuenta de que el árbol no tiene hojas y aventura su opinión: ¡El árbol está triste porque no tiene hojas! —El resto de niños coinciden en la apreciación, conjeturas van y conjeturas vienen sobre el porqué de un árbol sin hojas sin llegar a conclusión válida.

Un niño moreno de cabellos crespos se separa del grupo dirigiéndose hacia la bibliotecaria. Pone sus manitas sobre el escritorio llamando la atención y cuando ésta le mira le pregunta:
¿Por qué está triste el árbol?

La bibliotecaria le mira con ternura y pasando la mano por los crespos cabellos del chico le acaricia diciendo: Ahora les cuento. Minutos después la bibliotecaria se levanta, se acerca a los niños, reclama atención y dirigiéndose a los pequeños les pregunta:
—¿Cómo ven el árbol?
—¡Está triste! —Responden en coro los niños.
—¿Saben por qué está triste? —Pregunta de nuevo la bibliotecaria
Los pequeños dan un sinnúmero de respuestas en un juego de imaginación. Ella mueve la cabeza negativamente con cada ocurrencia de los niños y al cabo de un rato les dice:
—El árbol está triste, porque no tiene hojas. —hace una pausa y continúa— y saben por qué no tiene hojas?
—¡No —exclaman en coro— no sabemos!
—El árbol no tiene hojas y está triste porqué los niños no leen—sostiene la bibliotecaria con gesto compungido — Este era el árbol más alegre del pueblo, estaba lleno de hojas verdes y brillantes y el árbol mantenía risueño, alegre y feliz.
—¿Saben por qué era feliz?
Los infantes dan un sinnúmero de respuestas, que ella escucha sonriente y luego pausadamente les comenta:
—Este era el árbol más feliz del mundo, porque los niños todos los días visitaban la biblioteca y leían libros y libros y libros, pero un mal día llegó el pájaro negro de la ignorancia y mediante magia convenció a los niños para que no leyeran y los niños abandonaron la biblioteca y no leyeron más y se convirtieron en unos niños ignorantes que no sabían nada.
—¿Ustedes quieren un árbol alegre? —pregunta con voz suave.
—¡Siiiiiiiiiiiii! —contestan con entusiasmo los niños.
—Entonces hay que leer. Cada ramita llevará el nombre de uno de ustedes y por cada libro que  leas, pondremos una hojita en tu rama y por cada tres hojitas pondremos un fruto y en el mes de noviembre les daremos un diploma y un libro a los lectores ganadores. ¿Están dispuestos?
¡Siiiiii!
Los chicos contentos comentan entre si la cantidad de libros que se van a leer, muestran entusiasmo y disposición. Uno de ellos levantando la voz por encima del murmullo le dice a la bibliotecaria:
—Seño Mayra este árbol se pondrá como la ceiba del parque.
—¿Como así? —pregunta Mayra.
—Lleno de hojas. —contesta el niño.
—¡Tendrá más hojas que todos los árboles de Tamalameque! —remata otro con entusiasmo.

0 comentarios:

Publicar un comentario