Un cuento leído y un dibujo diferente

No hay fluido eléctrico, las hojas de los árboles están quietas, la brisa no las arrulla, el calor es sofocante, la bibliotecaria suda a chorros y en su cara se denota la preocupación, pues los chicos ya no fijan la atención  en las páginas de los libros que están leyendo, se escucha el rumor de conversaciones infantiles quejándose del calor.

La bibliotecaria se levanta y dice: Mis niños, este calor nos obliga a salir, continuaremos la actividad en el parque, tomen los libros y vamos en orden.

Los niños se levantan con prisa, toman los libros y salen con algarabía camino al parque que queda diagonal a la biblioteca, corren y se acomodan en los juegos mecánicos que están dispuestos en la esquina, otros se acomodan en las gradas que bordean a la cancha de básquet, algunos piden permiso a la bibliotecaria para sacar unas sillas de la biblioteca. La bibliotecaria lo autoriza.

Ya acomodados, la veintena de niños continúan la lectura en una forma ordenada, parece mentira que a su edad acometan esta actividad con tal seriedad. Una niña cierra el libro, se acerca a la bibliotecaria y le dice que ya terminó de leer el cuento: Deme una hoja. La bibliotecaria le da una hoja de papel en blanco y la niña retorna a su puesto sobre las gradas. Poco a poco todos van cerrando el libro y se acercan a la bibliotecaria y piden una hoja de papel y retornan a sus sitios.

Están concentrados, y el lápiz veloz recorre por encima de las hojas de papel, algunos hacen trazos rápido otros lo hacen despacio. Levantan la cabeza, miran a lo lejos y vuelven al papel. Piensan, evocan, imaginan escenas sobre lo leído y la plasman en el papel.

La bibliotecaria los llama, ellos le rodean con las hojas de papel en la mano y uno a uno muestra la portada del libro que leyeron, dice el nombre del cuento, muestra el dibujo realizado y cuenta con sus propias palabras el cuento leído.

Miro los dibujos, pongo atención al relato que hacen y admiro la imaginación y creatividad de estos chicos que a su manera y dentro del marco de sus representaciones hacen que cobre vida la historia del texto leído.

—Señora Miriam —dice un chico —Esa niña dibujó la iglesia y al padre Linero.

La bibliotecaria mira de forma inquisidora a la niña. Esta le muestra la hoja, en ella se ven dibujado tres figuras pequeñas y una más grande que semejan a una cerda con sus crías. La niña muestra la hoja por el respaldo y efectivamente veo los trazos que semejan la iglesia de Pailitas y un hombre barbado que bien puede ser la caricatura del Padre Linero.

Miro la cara de Miriam la bibliotecaria de Pailitas que sonríe dulcemente a la niña y acaricia con ternura sus cabellos lacios.